
Adeline Virginia Stephen (Londres, 25 de enero de 1882 – Lewes, Sussex, 28 de marzo de 1941), mejor conocida como Virginia Woolf, fue una de las escritoras más influyentes del siglo XX. Novelista, ensayista y crítica literaria, figura entre los grandes renovadores de la novela moderna.
Experimentó con la estructura temporal y espacial de la narración, perfeccionó en sus novelas el monólogo interior para representar los pensamientos de un personaje en su fluir inconsciente, y exploró como pocos el mundo subjetivo de la mente humana.
Sus primeras novelas, Fin de viaje (1915) y Noche y día (1919), mostraron ya su intención de romper con los moldes narrativos de la novela inglesa tradicional. Aunque recibieron escasa atención crítica en su momento, revelaban un estilo en gestación que alcanzaría su madurez en obras posteriores.
Con títulos como La señora Dalloway (1925), Al faro (1927) y Las olas (1931), Woolf consolidó su lugar en la literatura universal. Estas novelas llamaron la atención por su maestría técnica, su afán experimental y la introducción en la prosa de imágenes poéticas, hasta entonces poco comunes en la narrativa inglesa. Su obra capturaba la fugacidad del tiempo y la riqueza emocional de la experiencia humana.

En 1912 se casó con Leonard Woolf, escritor y economista, con quien fundó en 1917 la célebre Hogarth Press, editorial que publicó tanto las obras de Virginia como las de autores destacados como T.S. Eliot, Sigmund Freud y Katherine Mansfield.
En 1922 conoció a la escritora Vita Sackville-West, con quien mantuvo una relación amorosa que marcó profundamente su vida y su obra. Vita inspiró a Woolf para escribir Orlando (1928), una de sus novelas más innovadoras, donde explora el género y la identidad a través de un personaje que cambia de sexo y atraviesa siglos de historia.
Además de su faceta como novelista, Woolf se destacó como ensayista. En Una habitación propia (1929) defendió con fuerza el derecho de las mujeres a la educación, a la independencia económica y a un espacio creativo propio, argumentando que sin estas condiciones la mujer no podría desarrollar su genio artístico.
Aunque Virginia Woolf enfrentó episodios recurrentes de depresión y problemas de salud mental, nunca dejó de escribir ni de alzar la voz sobre las limitaciones impuestas a las mujeres de su tiempo. Su trágica muerte en 1941 no apagó su legado: hoy sigue siendo leída, estudiada y celebrada en todo el mundo.
Virginia Woolf escribió una de las frases más potentes del feminismo literario: “No hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”. Con sus palabras abrió puertas a generaciones enteras de mujeres creadoras.
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