
Has alcanzado logros que muchas admirarían: emprendiste, lideras un equipo, ganaste reconocimiento o cerraste un contrato importante. Sin embargo, en silencio te preguntas: ¿realmente merezco esto? ¿Y si descubren que no soy tan buena como creen?
Ese diálogo interno es el corazón del síndrome del impostor, un fenómeno psicológico que afecta a millones de mujeres líderes y emprendedoras en todo el mundo. Fue identificado en 1978 por las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes, quienes observaron que muchas mujeres con carreras brillantes atribuían su éxito a la suerte o al esfuerzo excesivo, nunca a su verdadero talento.
Clance escribió:
“A pesar de los logros académicos o profesionales, las mujeres que experimentan el fenómeno del impostor persisten en creer que en realidad no son inteligentes y que han engañado a cualquiera que piense lo contrario.” (Clance & Imes, 1978).
El síndrome del impostor no distingue fronteras ni niveles socioeconómicos. Desde artistas como Maya Angelou hasta ejecutivas como Sheryl Sandberg, muchas han confesado haberlo experimentado. Pero para las emprendedoras, este fenómeno puede convertirse en un freno peligroso: limita la confianza, la toma de decisiones y la capacidad de crecer.
En este artículo exploraremos qué es realmente el síndrome del impostor, cómo se manifiesta en el liderazgo femenino, qué dicen los estudios científicos y, lo más importante, cómo superarlo definitivamente.
El síndrome del impostor no es un diagnóstico clínico, sino un patrón psicológico caracterizado por la duda constante de las propias capacidades, la creencia de que los logros son inmerecidos y el miedo a ser descubierta como un fraude.
Pauline Clance desarrolló incluso la Escala del Fenómeno del Impostor (CIPS), que se sigue utilizando en investigaciones para medir su intensidad.
Según la American Psychological Association (APA), se estima que hasta el 70% de las personas experimentará al menos un episodio de síndrome del impostor en su vida laboral (2011). Sin embargo, estudios recientes muestran que afecta de manera desproporcionada a mujeres en puestos de liderazgo o en sectores dominados por hombres.
Las mujeres enfrentan más cuestionamientos sobre su autoridad, conocimientos o capacidad de liderazgo. Esto alimenta la autocrítica excesiva.
El mandato de “ser perfectas” en todos los roles (madres, profesionales, esposas, líderes) genera una presión constante por no fallar.
En muchos sectores, las mujeres líderes son aún minoría. La ausencia de modelos cercanos dificulta normalizar el éxito propio.
La psicóloga Valerie Young, autora de The Secret Thoughts of Successful Women, señala:
«La sensación de ser una impostora se amplifica para las mujeres en posiciones de autoridad, quienes se sienten como forasteras en un mundo de hombres.»
Valerie Young clasificó el síndrome en cinco patrones frecuentes:
La perfeccionista: cree que nunca es suficiente, se enfoca en errores mínimos.
La experta: siente que necesita saberlo todo antes de actuar.
La genio natural: piensa que si le cuesta aprender algo, ya no es válida.
La individualista: teme pedir ayuda porque cree que eso revela incompetencia.
La superwoman: trabaja sin descanso para demostrar que es capaz en todos los frentes.
¿Te reconoces en alguno? Identificar el patrón es el primer paso para desactivar sus efectos.
Autolimitación: muchas emprendedoras rechazan oportunidades porque sienten que no están preparadas.
Procrastinación o sobretrabajo: dos extremos del mismo miedo: fallar.
Estrés y agotamiento: la ansiedad por “probarse” constantemente puede derivar en burnout.
Impacto en equipos: un liderazgo inseguro genera falta de confianza en los colaboradores.
Un estudio de Journal of General Internal Medicine (2020) encontró que el síndrome del impostor está asociado a mayores niveles de agotamiento laboral y menor satisfacción profesional, especialmente en mujeres en entornos de alta exigencia.
Aceptar que lo que sientes tiene nombre es liberador. La Harvard Business Review (2018) aconseja:
“El primer paso es reconocer que los sentimientos de no pertenencia son una experiencia común, no una prueba de su incompetencia. La HBR a menudo sugiere renombrar estos sentimientos de «fraude» a «miedo» o «nerviosismo», lo que los hace menos permanentes y más manejables.”
Sustituye pensamientos como “Tuve suerte” por “Trabajé duro y estoy preparada para esto”.
Lleva un diario de logros, registrando cada avance y feedback positivo.
Hablar con otras mujeres líderes revela que no estás sola. Sheryl Sandberg, ex COO de Meta, confesó:
“Hubo un momento, justo antes de empezar a trabajar en Google, en el que no sabía si era capaz de hacerlo. Mi jefe en aquel entonces me preguntó: ‘¿qué harías si no tuvieras miedo?’. Esa pregunta me impulsó a intentarlo.”
El perfeccionismo es el combustible del impostor. Recuerda el principio del 80/20: la perfección absoluta rara vez es necesaria para avanzar.
Los fallos no te desenmascaran, te entrenan. Carol Dweck, psicóloga de Stanford y autora de Mindset: The New Psychology of Success, afirma:
“El enfoque de la mentalidad de crecimiento es que las cualidades humanas, como la inteligencia y la creatividad, no son regalos fijos. Pueden ser cultivadas a través del esfuerzo, la estrategia y la tutoría.”
La terapia cognitivo-conductual ha demostrado ser eficaz para reducir pensamientos distorsionados del impostor.

El espejo del liderazgo: cada mañana, afirma tres razones por las que eres una líder competente.
El archivo de evidencias: guarda correos, mensajes o reconocimientos que validen tu impacto. Revísalos cuando dudes.
El círculo sororo: crea un grupo con otras emprendedoras para compartir logros y dificultades, aplicando la sororidad como antídoto contra el aislamiento.
El reto del 70%: si tu trabajo está al 70% de lo que consideras perfecto, lánzalo. El feedback te hará crecer más que esperar la perfección.
Maya Angelou, escritora y activista:
“He escrito once libros, pero cada vez pienso: ‘Oh, esta vez me van a descubrir. He estado jugando con todos y me van a descubrir’.”
Michelle Obama, ex primera dama de EE. UU.:
“Todavía tengo un poco de síndrome del impostor. Se nota. No importa cuántas veces la gente me diga que soy genial, siempre hay esa voz que dice: ‘¿De verdad crees que perteneces aquí?’”
Estos testimonios recuerdan que incluso las más grandes han sentido dudas, pero lo que las distingue es no dejarse frenar por ellas.
Superar el síndrome del impostor no solo libera a la mujer individual. Tiene un efecto multiplicador:
Más innovación: líderes seguras arriesgan más y generan cambios disruptivos.
Más modelos femeninos: al ocupar con firmeza espacios de poder, inspiran a las próximas generaciones.
Economías más fuertes: el BID estima que cerrar la brecha de género en el emprendimiento podría aumentar en 34% el PIB de América Latina.
El síndrome del impostor es una ilusión que distorsiona tu percepción, no tu realidad. Si has llegado hasta aquí, es porque tienes talento, resiliencia y visión.
Recuerda estas palabras de Pauline Clance:
“La persona que experimenta el fenómeno del impostor siente que la suerte, el encanto, o la apariencia han jugado un papel decisivo en sus logros, mientras que sus colegas más capaces y afortunados trabajan y tienen éxito debido a su talento innato.”
Superar el impostor no significa eliminar para siempre la duda, sino no dejar que esa duda tome las decisiones, EMPIEZA A CREER EN TU TALENTO. El verdadero liderazgo se construye desde la autenticidad, no desde la perfección.
Fuentes consultadas:
Clance, P. R., & Imes, S. A. (1978). The Impostor Phenomenon in High Achieving Women: Dynamics and Therapeutic Intervention.
American Psychological Association (2011). “Impostor Phenomenon”.
Young, Valerie. «The Secret Thoughts of Successful Women: Why Capable People Suffer from the Impostor Syndrome and How to Thrive in Spite of It.» Crown Business, 2011.
Dweck, C. (2006). Mindset: The New Psychology of Success.
Journal of General Internal Medicine (2020). “Imposter Syndrome and Burnout in Professionals”.
Harvard Business Review (2018). “Overcoming Impostor Syndrome”.
Banco Interamericano de Desarrollo (2022). Reporte sobre emprendimiento femenino.