
En un mundo donde todos quieren ser escuchados, pocas personas realmente escuchan. En las reuniones de trabajo, en las conversaciones con los equipos, o incluso en los espacios familiares, es común estar más enfocados en responder que en comprender. Sin embargo, las líderes más efectivas —aquellas que inspiran, transforman y construyen relaciones sólidas— comparten una habilidad esencial: la escucha activa.
Stephen R. Covey, autor de Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva, lo resumió en una frase contundente:
“La mayoría de las personas no escuchan con la intención de entender; escuchan con la intención de responder”.
Esta afirmación, tan sencilla como poderosa, revela una de las grandes carencias del liderazgo moderno: la desconexión humana.
Para las mujeres emprendedoras y líderes, escuchar activamente no es solo una herramienta de comunicación, es una ventaja competitiva, una manera de conectar, inspirar confianza y tomar decisiones más sabias.
La escucha activa no consiste únicamente en oír las palabras del otro, sino en estar plenamente presente, captar el mensaje verbal y no verbal, mostrar empatía y responder con comprensión.
Carl Rogers, psicólogo humanista y pionero en el concepto, la definió así:
“Escuchar de forma activa significa que uno trata de entender exactamente lo que la otra persona está diciendo y sintiendo, sin juzgar ni interpretar antes de tiempo” (On Becoming a Person, 1961).
En otras palabras, implica escuchar con el corazón tanto como con los oídos.
Para una líder, esta habilidad permite interpretar las verdaderas necesidades del equipo, comprender tensiones invisibles y detectar oportunidades de mejora que, de otro modo, pasarían inadvertidas.
Un estudio de Zenger y Folkman (2020), publicado por Harvard Business Review, analizó a más de 3,400 líderes de distintas industrias y encontró que:
“Los líderes que son considerados buenos oyentes tienen equipos con niveles más altos de compromiso, innovación y bienestar”.
La razón es clara: escuchar genera confianza.
Cuando un miembro del equipo siente que su voz importa, se siente valorado. Y cuando una líder se toma el tiempo de entender de verdad a su equipo, está construyendo una base emocional sólida para el crecimiento colectivo.
Daniel Goleman, autor de Inteligencia emocional, señaló:
“El liderazgo no se trata de dominar, sino de conectar. Y no hay conexión sin escucha empática”.
Por eso, la escucha activa no es una habilidad “blanda”, es una competencia estratégica. Una emprendedora o directora que practica la escucha activa es capaz de detectar problemas antes de que escalen, de motivar con autenticidad y de fomentar la creatividad dentro de su organización.
Desde la perspectiva de la neurociencia, escuchar activamente requiere un alto nivel de atención consciente y regulación emocional.
El Dr. Andrew Huberman, neurocientífico de la Universidad de Stanford, explica que:
“El cerebro humano tiene una capacidad limitada de atención sostenida. Para escuchar de verdad, debemos entrenar la mente para mantener el foco, reduciendo las distracciones internas y externas” (Huberman Lab Podcast, episodio 31, 2021).
La corteza prefrontal, responsable de la atención y la toma de decisiones, trabaja en conjunto con el sistema límbico, encargado de las emociones, para procesar lo que escuchamos.
Por eso, cuando una líder escucha con empatía —no solo con análisis racional—, activa regiones cerebrales relacionadas con la conexión social y la confianza, lo cual fortalece los vínculos humanos dentro del equipo (Lieberman, Social: Why Our Brains Are Wired to Connect, 2013).
Ser una líder que escucha no significa simplemente asentir o guardar silencio mientras los demás hablan. Significa estar presente, preguntar con intención y validar lo que se escucha.
Deja el teléfono y el pensamiento paralelo.
En reuniones o conversaciones clave, apaga notificaciones y elimina distracciones. La atención es el mayor acto de respeto.
Haz preguntas abiertas.
En lugar de decir “¿Todo bien con el proyecto?”, pregunta “¿Qué parte del proyecto te ha resultado más desafiante hasta ahora?”. Las preguntas abiertas fomentan reflexión y confianza.
Reformula para confirmar comprensión.
“Si entiendo bien, lo que estás diciendo es que…” Esto no solo demuestra que estás escuchando, sino que reduce malentendidos.
Escucha lo que no se dice.
El tono, los gestos, las pausas y las emociones transmiten información tan valiosa como las palabras.
Evita interrumpir o anticipar.
La interrupción es una señal de ego, no de liderazgo. Deja que la otra persona complete su idea antes de responder.
Practica la empatía cognitiva y emocional.
No basta con entender lo que alguien dice, hay que sentir lo que intenta comunicar.
Según la investigadora Julian Treasure, experta en comunicación y autora de How to be Heard (2017):
“La escucha consciente transforma la manera en que nos relacionamos. Cuando escuchamos con presencia, le damos a la otra persona el regalo más escaso del mundo moderno: nuestra atención total”.
Las mujeres, históricamente, han demostrado una mayor capacidad empática y de comunicación interpersonal, lo que las posiciona de forma natural para desarrollar liderazgo basado en la escucha.
Un informe del World Economic Forum (2022) sobre liderazgo inclusivo afirmó que las organizaciones dirigidas por mujeres tienden a mostrar “mayores niveles de cohesión, colaboración y retención del talento”, precisamente porque sus líderes practican un estilo más participativo y empático.
Además, un estudio del Center for Creative Leadership (2021) demostró que las mujeres con mayores puntuaciones en empatía —componente clave de la escucha activa— obtuvieron mejores evaluaciones de desempeño en liderazgo.
“Las líderes que muestran empatía no solo son vistas como más efectivas, sino que impulsan mejores resultados de equipo y compromiso organizacional”, señaló el informe.
Para las mujeres emprendedoras, escuchar activamente puede ser la diferencia entre liderar un grupo que ejecuta órdenes o inspirar un equipo que comparte una visión.

En el entorno actual, donde la innovación define la competitividad, la escucha activa se convierte en un catalizador del cambio.
Las líderes que escuchan no solo perciben lo que sus equipos dicen, sino que detectan ideas valiosas en las conversaciones cotidianas.
Un ejemplo claro lo demuestra Satya Nadella, CEO de Microsoft, quien transformó la cultura corporativa de la empresa gracias a una filosofía basada en la escucha. Él mismo afirmó:
“Nuestro éxito depende de nuestra capacidad para escuchar, aprender y crecer juntos. Si dejamos de escuchar, dejamos de aprender”. (Microsoft Annual Report, 2018).
Las líderes que aplican esta filosofía logran detectar patrones, oportunidades y necesidades que otros ignoran. Escuchar activamente no es pasividad; es una forma sofisticada de inteligencia estratégica.
Para las mujeres líderes, emprendedoras y productivas, la escucha activa no debe dirigirse solo hacia los demás. También implica escucharse a sí misma.
El liderazgo consciente comienza cuando la mujer líder aprende a identificar sus propias emociones, límites y necesidades, en lugar de funcionar en piloto automático.
La doctora Kristin Neff, pionera en el estudio de la autocompasión, explica:
“Escuchar nuestra propia voz interior con amabilidad y sin juicio es una forma de resiliencia emocional” (Self-Compassion: The Proven Power of Being Kind to Yourself, 2011).
Practicar la escucha interna permite evitar el burnout, tomar decisiones más alineadas con los valores personales y mantener un liderazgo sostenible.
Porque una líder que se escucha a sí misma, escucha mejor a los demás.
Ignorar esta habilidad tiene consecuencias graves.
Según un estudio del Project Management Institute (PMI, 2020), el 56% de los fracasos en proyectos empresariales se debe a “problemas de comunicación”, siendo la falta de escucha uno de los principales factores.
Asimismo, un informe de Gallup (2019) demostró que el 70% de la variación en el compromiso de los empleados está directamente relacionada con la calidad del liderazgo, y la escucha activa es un componente central de esa relación.
Cuando las líderes no escuchan, se generan tres efectos colaterales:
Desmotivación: los miembros del equipo sienten que su voz no importa.
Desconexión: se rompe la confianza y la colaboración.
Desinformación: las decisiones se basan en suposiciones, no en realidades.
Por tanto, la falta de escucha no solo afecta el clima laboral, sino también la rentabilidad, la innovación y la cultura organizacional.
En la era de las videollamadas, correos infinitos y mensajes de WhatsApp, escuchar parece más difícil que nunca. La multitarea digital y la inmediatez han reducido nuestra capacidad de atención.
De hecho, un estudio de Microsoft (2015) reveló que el promedio de atención humana bajó de 12 segundos en el año 2000 a solo 8 segundos en la actualidad.
Por eso, el liderazgo moderno exige una escucha digital consciente.
Esto significa:
Leer con atención los mensajes antes de responder.
No asumir el tono o intención de un texto.
Programar reuniones breves donde todos puedan ser escuchados.
Usar pausas activas en conversaciones virtuales para verificar comprensión.
En entornos remotos, escuchar activamente es aún más importante, porque la empatía no se transmite igual a través de una pantalla.
Las líderes que dominan esta habilidad logran mantener equipos conectados emocionalmente, incluso a distancia.
Para las mujeres, escuchar activamente también es una forma de reclamar poder desde la consciencia y la sabiduría, no desde la imposición.
El liderazgo femenino que escucha rompe el paradigma del mando autoritario y da paso a una gestión más humana, colaborativa e inclusiva.
Como lo afirmó Brené Brown, investigadora de liderazgo en la Universidad de Houston:
“Los líderes deben ser lo suficientemente valientes para escuchar cosas que no quieren oír. La vulnerabilidad no nos debilita, nos hace más fuertes” (Dare to Lead, 2018).
Escuchar, en este sentido, es un acto de valentía y humildad.
Requiere soltar el control, abrirse al aprendizaje y aceptar que cada voz tiene algo valioso que aportar.
Una líder puede autoevaluarse con preguntas como:
¿Interrumpo frecuentemente a las personas que me hablan?
¿Escucho para entender o para responder?
¿Qué tan frecuentemente pido retroalimentación y la recibo con apertura?
¿Recuerdo detalles importantes que mis colaboradores comparten conmigo?
¿Mis equipos sienten que su opinión influye en las decisiones?
Responder con honestidad a estas preguntas revela el nivel de escucha real, más allá de la intención.
Además, muchas empresas utilizan herramientas de retroalimentación 360°, donde los equipos califican la habilidad de escucha de sus líderes, una práctica que ha mostrado aumentos del 23% en la efectividad de liderazgo, según Forbes Leadership Council (2022).
Las organizaciones que priorizan la escucha activa no solo mejoran la comunicación interna, sino que fortalecen su cultura y su reputación.
Según un estudio de McKinsey & Company (2021), las empresas que fomentan espacios de escucha activa entre líderes y empleados son un 47% más rentables que aquellas que no lo hacen, gracias al aumento en innovación, retención y compromiso.
Escuchar transforma la cultura porque construye sentido de pertenencia.
Cuando cada persona siente que su voz es valorada, se involucra más, arriesga más, y aporta más.
La escucha activa es más que una habilidad de comunicación; es una filosofía de liderazgo consciente, una manera de estar presente con intención y empatía.
En un mundo saturado de ruido, las líderes que escuchan marcan la diferencia, no por hablar más fuerte, sino por conectar más profundo.
La próxima vez que alguien te hable —una colaboradora, una socia, una amiga o incluso tu propia voz interior— detente, respira y escucha con atención.
Porque tal vez allí, en ese instante de silencio y presencia, encuentres la respuesta que estabas buscando.
Mujer líder, emprendedora y visionaria: Haz de la escucha activa tu superpoder. Practícala en tus reuniones, en tus relaciones y contigo misma.
Observa cómo cambia la energía de tus conversaciones, cómo se fortalece tu liderazgo y cómo florecen las ideas cuando todos sienten que son escuchados.
Hoy, más que nunca, el mundo necesita líderes que escuchen con propósito y lideren con el corazón.
Fuentes consultadas: